Si ya tuve un incidente cuando iba a a trabajar, en el que mi vida corrió peligro, en esta ocasión fue a la vuelta del trabajo.
Caminaba rápidamente cuesta arriba pasadas las 14h, con cierto hambre y ganas de descansar. Llegué a una esquina y fui a cruzarla por el paso de peatones, pero primero comprobé que ningún coche pudiese pasar en ese momento. Me equivoqué. Un coche rojo granate, a una velocidad normal para ir en línea recta, decidió girar por esa misma esquina por la que yo había bajado, dando un volantazo y mirando hacia el lado opuesto al que yo estaba (sí, otra vez). Así que, cuando yo ya me veía encima de capó rompiendo con mi cabeza el parabrisas, el conductor se percató de mi presencia y freno en seco dejándome a menos de un palmo de distancia de un buen atropello. El hombre se asustó y yo me mosqueé.
No me hace mucha ilusión que me rompan unos cuantos huesos y, menos todavía, terminar muerto porque tengo cosas que hacer y que decir 😛 . Así que, si el que trama estas cosas está leyendo esto (que paranoico que soy xD ) que se esfuerce un poco.
La conclusión que podemos sacar por ahora es lo perjudicial que es el trabajo.
¿Seguro que era un coche rojo y no era un taxi? Porque a mi con taxistas me ha pasado, que en lugar de frenar cuando paso, aceleran.
Eso es porque te conocen xD
Si yo fuera tú, dejaría el trabajo como medida de salud 😛
Es una buena excusa, aunque preferiría decir que mejor trabajar desde casa con el edredón echado encima jiji
[…] unas semanas bromeaba con estar un poco paranoico respecto al asunto de los atropellos, pero parece que la cosa […]