Cojo a diario el autobús para ir de Elche a San Vicente (Alicante) y el recorrido dura unos 45 minutos. Durante ese tiempo puede ocurrir un sin fín de cosas.
Hoy a tocado el turno del mal olor y aunque ya lo había experimentado en cierta ocasión, cuando una chica se sentó a mi lado que olía a tabaco, su ropa lucía algo sucia y….weno tampoco fue para tanto comparado con lo de hoy. El olor de hoy provenía de delante seguramente, no lo he podido concretar. El «aroma» tenía un toque ácido que se atragantaba al final de las fosas nasales, muy similar al de la orina – horror. Durante todo lo que ha durado el trayecto he querido creer que mi nariz se acostumbraría y dejaría de percibirlo, pero estaba equivocado, el hedor a perdurado aunque en menor intensidad. La duda que me asalta ahora es: «quién se había meado!!» (hubiese sido divertido que alguien lo hubiera gritado en el autobús).
Y ya que estoy con el tema de los autobuses podría escribir sobre los ultramodernos que son. Empezando por los autobuses de dos plantas que hace 10 años parecían nuevos y ahora son los que más problemas dan. Se quedan sin batería y el pobre conductor se pasa todo el rato de los semáforos en rojo revolucionando el motor, las luces del techo – las que sirven para poder leer de noche – que se desmontan cuando las tocas, cuando sólo hay un altavoz y lo ponen al máximo de volumen para que se escuche en todo el autobús – y te toca sentarte justo debajo -, el típico fallo del embrague automático que no funciona y el conductor prácticamente no puede pasar de primera.
Pero el más divertido de todos – tal vez porque yo no lo presencié – fue el del aire acondicionado que no se apaga y es invierno. Todo el mundo con el abrigo puesto, con lo mocos literamente congelados y un silencio glacial – porque cuando tienes frío no te da la gana de hablar XD .