Autobús…

Mientras algunos se ponen pesados con sus medios de transporte como el metro o nos cuentan cómo destrozar una canción a lo geek 😉 , yo lo hago con lo mío: el autobús (dicese de aquella caja con ruedas que va por ahí con cosas dentro).

El importante tema que hoy nos ocupa viene ligado al típico pasajero con aires de grandeza, o al menos eso cree él. ¿Cómo lo podemos detectar? Pues bien, aunque no lleven americanas rojas, su característica principal es que habla y ríe para todo el autobús.

Nos ponemos en situación: llegas al autobús, subes y te sientas en un sitio que consideras bueno (ya hablaré un día de estos sobre el tema de la elección del sitio…). El autobús se pone en marcha y se detiene en una parada donde sube más gente. Entre esta gente sube una chica, que en apariencia, parece normal. El autobús se pone otra vez en marcha y empiezas a notar una voz aguda que sobrepasa las esponjitas mágicas de tu Ipod. Molesto por el hecho de no quererte quedar sordo subiendo el volumen de tu reproductor, giras la cabezas y puedes observar como una chica está hablando a grito pelado (con tono agudo, de ese que no olvidas) a un conjunto de amigas que habla normal. Pues bien, con o sin Ipod en cualquier parte del autobús puedes escuchar su conversación y su estrepitosa risa.

Es que además se le nota en la cara, que si no cuenta todo lo interesante que le ha pasado el fin de semana revienta, explota y nos arrolla…que no sé si sería lo mejor.

En fín, que, como todo, puede ser peor. Como aquella vez que a alguien le dió por interpretar una canción de System of a Down a pleno pulmón (como el resto de su conversación), provocando el mayor destrozo jamás conocido en mi historia personal. Tal fue la impresión que me llevé que no he vuelto a tener ganas de escuchar nada de ese grupo, en serio.