Inagotable

Miedo a caer hacia el cielo

Los miedos irracionales suelen ser realmente molestos, muchos de ellos los podemos encontrar con raíces en la infancia o educación. Da lo mismo la fuerza o seguridad que pueda tener una persona sobre sí misma, el miedo lo puede devorar igualmente en unos segundos, extendiendo la inquietud desde su estómago y la ansiedad desde su mente en un cerco capaz de aprisionarlo.

Me quedo con dos textos que encontré en Internet. El primero es un fragmento de «La insoportable levedad del ser» de Milan Kundera:

¿Qué es el vértigo? ¿El miedo a la caída? ¿Pero por qué nos da también vértigo en un mirador provisto de una valla asegurada? El vértigo es algo diferente del miedo a la caída. El vértigo significa que la profundidad que se abre ante nosotros nos atrae, nos seduce, despierta en nosotros el deseo de caer, del cual nos defendemos espantados.

El segundo es un fragmento de un relato sacado de aquí, escrito por Bridget Griffen-Foley y que me he permitido traducir:

[…]
Sentí el césped con mis manos. No sé qué hubiese hecho si hubiera llegado a la conclusión de que era demasiado húmedo. Sin embargo, el césped no representaba ningún peligro para mi ropa. Me acosté sobre mi espalda.

«Extiende los brazos,» dijo Donat. «Mantenlos en el césped».

Hice lo que me ordenó.

«Cuando era un niño,» dijo Donat, «Tenía miedo de caer hacia el cielo. ¿Y tú? ¿Alguna vez tuviste miedo de caer hacia el cielo?»

No respondí. La idea era absurda. Nadie cae hacia el cielo, y seguramente ni siquiera cuando fui un niño carecí del sentido común suficiente como para atemorizarme por algo así.

«Mira hacia arriba,» dijo Donat.

Echado sobre mi espalda, no había realmente un lugar para mirar excepto arriba. Pequeñas nubes gruesas deambulaban por el cielo primaveral.

«¿Qué es la gravedad, la fuerza que te mantiene en tierra? Un misterio ¿no? ¿Puedes confiar en ella, esa misteriosa fuerza?

«Confío en ella, Donat.»

«Cierra los ojos, Monsieur. Cierra los ojos.»

Los cerré.

«Considera cómo debería ser caer hacia el cielo. Todo ese espacio azul. La distancia entre las nubes. Un hombre cayendo hacia el cielo ¡podría caer para siempre!»

Me sentí ridículo. Empecé a preguntarme quién podría estar viéndonos.

«Cuando era un niño,» dijo Donat Bobet, «Yacía sobre el césped y me imaginaba a mi mismo cayendo hacia arriba, arriba, arriba hacia el azul. Hacia el profundo azul del cielo. Hacia el azul.

«Donat…» Dije.

«Silencio,» dijo el poeta. No dijo nada en el espacio de unos cuantos latidos de corazón. «Prepárate,» susurró. «¡Abre los ojos!»

Cuando abrí los ojos, vi encima de mi el cielo azul, las pequeñas nubes. Vi a Donat Bobet, de rodillas, observándome.

«El cielo,» dijo Donat. «¡Caer hacia el cielo!»

Examiné la aireada y espaciosa profundidad. Consideré las nubes. Consideré, no muy seriamente, la idea absurda de caer hacia arriba.

De repente, mi estómago dio un vuelco, como lo hace cuando un ascensor desciende. Sentí como la tierra perdía su atracción. Agarré la hierba con mis puños. Apreté mi mandíbula.

Estaba mareado. Desgarré la hierba, libre ahora en mis puños. La cabeza me daba vueltas.

Me volví hacia un lado para recobrar mi equilibrio. No mejoró. Mi estómago seguía retorcido.

Me incorporé.

El mundo se enderezó por si mismo.

Donat Bobet estaba riéndose. Me empujó a mis pies y me abrazó. Se agitaba riendo. «¡Tu cara!» dijo. «Oh ¡el miedo en tus ojos! ¡El miedo!».
[…]

Ford Focus

Si eres poseedor de un Ford Focus, deberías ser conocedor de la imposibilidad que tiene el mismo de arrancar con la batería agónica siendo empujado, aun lo arrastre un camión, según la experiencia de un mecánico. Así que ten compasión y no hagas que tus amigos empujen el coche (en ligera cuesta ascendente) porque no arrancará.

Las muelas del juicio final – Postoperatorio

Tras la operación, le hice una visita a mi querido cirujano maxilofacial porque no podía abrir del todo la boca. Me contó que debía ser una sobrecarga muscular que se me iría quitando poco a poco y que, para la siguiente intervención (las muelas del juicio del lado izquierdo), era recomendable tomar valium el día anterior.

Echó de nuevo un vistazo a mis radiografías y me preguntó si realmente me molestaba la muela del lado izquierdo, pues debido a su posición horizontal iba a ser difícil la extracción, la intervención duraría mucho más tiempo, habría que hacer más fuerza que con la anterior y abrir un hueco lo suficientemente grande por donde sacarla (creo que dijo algo sobre la perforadora que usó Bruce Willis en Armageddon pero no estoy seguro, lo dijo tosiendo…).

Eso sí, después de decirle que sí que la quería fuera me dijo que tanto él como su compañero habían sacado innumerables muelas de ese tipo y que no me preocupase (juas juas), que igual podía resultar que saliese con facilidad.

Me veo con los mismos dientes que el abuelo de los Simpsons, así que voy a ir preparando un vaso con agua…

Cutre Campus Party 2009

La peor Campus Party a la que he ido ha sido la de este año. Básicamente se cumplieron las expectativas tras el cambio de la Feria de Valencia a la Ciudad de las Artes y las Ciencias. A resumir:

  • El acceso: incomodísimo, había que aparcar en las inmediaciones, coger un carro del centro comercial de enfrente y con él recorrer unas cuantas decenas de metros con el equipo y las cosas dentro. El año pasado podías aparcar en la puerta de acceso más cercana a tu sitio y descargar las cosas a mano.
  • La carpa: bastante agradable a la vista pero pequeña, llena de cables por el suelo, con un ruido incesante proveniente de los generadores de luz y aire acondicionado que acababa por ponerte de mal humor. En algunos sitios se pasaba frío y en otros sudabas.
  • Zona de acampada: constaba de un aparcamiento de dos plantas con aperturas para el aire que daban a la zona de catering (ruidosa tres veces al día) y a la calle (ruidosa a casi todas horas entre coches y borrachos que nos gritaban cosas y que corrían delante de los securatas). Allí dentro se pasaba un calor horrible y tenía zonas donde no se podía estar debido al olor que entraba de los generadores de luz.
  • Aseos y duchas: las duchas fueron las de siempre, con agua fría por las mañana para tenernos despejados y los aseos fueron el gran inconveniente. Entre los inusables retretes portátiles que apestaban (estaban bajo el sol ardiente de Valencia) y los escasos que habían dentro de la zona de acampada (6 retretes para 5000 personas), muchos acaban en el centro comercial de enfrente, que los mantenían muchísimo más limpios.
  • Instalaciones: seguimos con red a 100Mb/seg, como en la edad de piedra, cuando la gran inmensa mayoría de equipos ya poseen tarjetas de red Gigabit y que en otras campus ya las usan desde hace años.
  • Zona de ocio: de risa y abierta a todo el mundo. Un rincón pequeño con cuatro cosas que son de todo menos innovadoras.
  • Las conferencias: de risa, nada que valiese la pena salvo quizás la de EyeOS. Aun recuerdo cuando traían personalidades…
  • Catering: por suerte este año no cogí la opción, pues según algunas personas ha sido la peor comida que han probado de todas las campus, que ya es decir…
  • Seguridad: dependiendo de la persona que estuviese al cargo podía variar el nivel de paranoia, o te miraban hasta los bolsos cruzados pequeños o ni te prestaban atención. Después estaban las estúpidas normas de «Por aquí no se puede entrar, sólo salir, para entrar tienes que dar toda la vuelta». Lo curioso fue ver gente sin acreditación el penúltimo día…
  • Así que, además de ver que la CAC es muy bonita de noche, descargar películas en HD a saco y quedar asombrado por la cantidad de mujeres que acudieron este año, la edición 2009 ha sido un truñete que nos ha hecho replantearnos el acudir el año que viene. Quizás vayamos a la Euskal que afirman ser mucho mejor.

    Queridos fabricantes

    El otro día me trajeron un portátil de marca Acer con una contraseña en la BIOS cuyo dueño desconocía (es lo que pasa cuando le dejas el portátil a los niños). Solucionarlo era fácil: se saca la batería, se desmonta lo que haga falta para encontrar la pila conectada a la placa y se quita durante algunos minutos; eso devuelve el portátil a la configuración por defecto, sin contraseña alguna en la BIOS.

    Ha habido veces que la pila estaba escondida de forma tan rebuscada que se necesitaba desmontar el portátil entero y es un peligro, porque los tornillos (que no son pocos) tienden a desaparecer o incluso a sobrar.

    De todas formas, es de todos bien sabido que los fabricantes velan por los intereses de sus futuros compradores de manera exhaustiva (véase abrefácil o los electrodomésticos). Por eso los de Acer, en un alarde de majestuosa capacidad de compresión de las intenciones del futuro cliente, dejaron la pila visible con tan sólo quitar una tapa (que costó lo suyo por su forma de «L»), pero esta pila estaba soldada a la placa, sin manera de poderla quitar que no fuese con un soldador.

    No sé en qué puede ayudar que esté soldada. En los portátiles de verdad viene con su cable fácil de quitar o un sistema que con un poco de presión sale. Así que me tocó sacar el soldador e intentar no tocar la circuitería cercana para desoldar uno de los puntos de conexión.


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    (la pila es la cosa con borde azul)

    El portátil sobrevivió a la resoldadura y la contraseña desapareció.

    PD: se me ha caído ya el punto de la muela de abajo 😀 y no me lo he comido xD

    Las muelas del juicio final – El quirófano

    Allí estaba yo sentado en mi sillón esperando a la enfermera. Cuando vino me puso una vía en la mano izquierda, algo que siempre me había dado mal rollo y por lo que no había pasado, pero ni me dolió ni me molestó. En cambio, los de la habitación de al lado les gustó tanto la enfermera que le decían que se dejaban agujerear con gusto, cuantas veces fuese necesario, si era por ella…lástima que no lo llevase a cabo.

    La espera en el sillón, con la ya incómoda vía en la mano, se prolongó durante 3 horas, durante las cuales la almohada que tenía al lado, en la cama, cobró un matiz realmente atractivo que invitaba a dejar caer la cabeza sobre ella. Para entonces ya llevaba 11 horas de ayuno y a los de al lado no se les ocurrió otra cosa que empezar a hablar de comida y bebida fresca. Menos mal que más tarde cambiaron de conversación y prefirieron hablar de fútbol y perros.

    Finalmente, el camillero vino a por uno de nosotros con una silla de ruedas. El tipo tenía las ojeras más inmensas que jamás he visto y eso no transmitía mucha confianza :S. Se llevó a uno de mis vecinos, así que la cháchara se les acabó y hasta un rato después no lo trajo de vuelta. El tercero fui yo, me llevó presto hasta el quirófano donde el ambiente era bastante frío.

    Lo primero que hizo el cirujano fue coger las radiografías dentales y regatearme el número de muelas a extraer. Decía que del lado derecho, con la de abajo podía ser suficiente, pero yo le dije que venía a por las cuatro y hoy tocaba las dos de un lado, que tampoco me apetecía verlo más de las dos veces que eran necesarias. Así que accedió.

    La anestesista me saludó muy amablemente (no era el tipo de la vez anterior) y ella también me regateó; me dijo que si estaba tranquilo pasaba de pincharme el sedante, así que tuve que renunciar a ver dragones después de la operación. Me tumbé en la mesa de operaciones, me pusieron el oxígeno, me tomaron la presión arterial, me colocaron los sensores en el pecho para monitorizar el ritmo cardíaco y me cubrieron dejando sólo mi boca al descubierto.

    Un par de pinchazos para la anestesia local en la muela de abajo y el cirujano empezó a hurgar. Al cabo de un rato me puso un taco en el lado izquierdo para que no tuviese que tener el esfuerzo de abrir la boca. Empezó a hacer fuerza para sacar la muela de abajo y aquello no salía con facilidad, por mucho que apretase mi cabeza sobre la mesa. De fondo escuchaba el ritmo cardíaco algo acelerado y es que aquello te pone el cuerpo en tensión, así que tomé un poco de aire y me relajé lo que pude. Al cabo de un instante escuché el motorcillo del corta-muelas, después el cirujano me hizo un cronch (veáse mi alta cualificación describiendo el proceso xD ) en el que empleo fuerza y yo dije un «Ah» a lo que él me contestó «Sé que es un sonido poco agradable, pero no te ha dolido», me faltó contestar un «Oh, really». Mi preocupación no era el dolor que pudiese sentir, sino que con tanta fuerza se le podía escapar la mano y acabar clavando el instrumental en el otro lado de la boca (a mi me suele pasar con el destornillador y los malos tornillos que no quieren salir por las buenas).

    Para darme el punto en el hueco que había dejado, el cirujano le dijo a alguien: «Fíjate bien que es medio segundo, como en la fórmula 1 que si parpadeas te lo pierdes». Noté la cuerdecita a lo que pensé que igual aprovechaba, le hacía un nudo a la de arriba y tiraba de ella, pero no, la de arriba salió en seguida para mi alivio. Así que, una vez las muelas fuera, con una gasa en la boca para que recogiese la sangre de la herida, me retiraron los dichosos sensores que tenía pegados en el pecho y que seguramente fue la parte más dolorosa. La anestesista me preguntó si estaba bien, el resto se pusieron a hablar de sus cosas, y el camillero me llevó de vuelta. Lástima que no dejasen entrar las gafas, no pude quedarme con sus caras.

    La enfermera, a mi regreso, me dio un vaso de agua y me retiró la vía; me explicó lo que debía y lo que no debía hacer los próximos días y para casa.

    Al cabo de un mes sigo sin poder abrir la boca del todo y, según mi doctora de cabecera, se me debió lesionar el músculo que cierra y abre la boca (o el nervio que parece que es peor), por lo que el cirujano me tendrá que ver antes de volverme a operar del otro lado, muy a pesar de la chica que me quería dar insistentemente la cita para operar.


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    Pre Campus Party

    A falta de una semana para que empiece Campus Party Valencia 2009, el sábado NeoRazorX, su hermano y yo fuimos a explorar. La gran controversia de este año fue el cambio de lugar de la Feria de Valencia a la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Parece ser que aquellos que ya habían pasado por la CAC se quejaron en su día del calor y la falta de comodidades.

    Durante el viaje nos encontramos con curiosidades diversas como asfalto de color rosa, camioneros que miraban atentamente aquellos que habían olvidado la cartera en casa y que no podían dar la vuelta en el peaje, gasolineras abandonadas en momentos en los que nos hacían falta y donettes que se colapsaron en su propio chocolate a causa del calor.


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    Una vez allí pudimos ver tres grandes carpas que habían colocado con su pre-instalación de aire acondicionado y sus moquetas de diferente color para cada área temática. Las fotos del interior de las carpas están hechas a contraluz por lo que no son muy buenas:


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    Os dejo una fotografía panorámica (4312×1060, 3.3MB) de la CAC, para que no sea sólo Onir el que las haga :P, y una en HDR, el resto lo dejaré en DeviantArt cuando tenga tiempo:


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    Las muelas del juicio final – La espera

    Finalmente, al cabo de un mes y pico, me llamaron para efectuarme la primera extracción. Me citaron en la UCI (algo que no animaba demasiado xD ) a las 14h y me indicaron que debía permanecer en ayunas durante 6 horas antes. Eso me dejaba margen suficiente para desayunar a la hora de siempre, pero había un inconveniente con el que no contaba. Según Pausem, el ayuno incluía el agua y, con el calor que hacía, me veía deshidratado. Menos mal que consultando en Internet vi que la ingesta de agua se puede realizar hasta 2 horas antes. Claro que, en Internet, puedes encontrar fuentes que apoyen lo que más te interese 🙄 .

    Como no tenía ni idea de dónde estaba la UCI y no me gusta ir a los sitios a ciegas, le pregunté a una amiga que tenía más idea que yo y me puso en duda. Me dijo que le parecía extraño lo de la UCI, que era más probable que fuese la UCA y la verdad es que tenía más sentido. Concluimos que era mejor preguntar en información pero me dejó claro dónde tendría que ir si era la UCA.

    Cuando llegué allí, consulté en información y, efectivamente, no era la UCI, pero tampoco la UCA, era la UCSI…yo sólo quería quitarme las muelas. Al menos la UCSI estaba más o menos donde me dijo Pulsay que estaría la UCA, pero al final no vi a Grissom.

    Total, que en seguida me llaman para que entre a la sala de espera. Para ello me hacen ponerme unas fundas verdes para el calzado y lavarme las manos con algo que parecía alcohol. Me indicaron el rincón donde debía esperar, amueblado con una cama y un sillón. Me dijeron que debía quitarme la camiseta y ponerme la típica ropa de hospital que te deja el culo al aire porque no hay quien pueda hacerse un nudo en condiciones. Al final todo el mundo (sobretodo aquellos que también se tenían que quitar los pantalones) iba cogiéndose la parte de atrás para mantenerla cerrada, salvo los que habían recibido ayuda o aquellos que les daba exactamente igual.

    Iba llegando más gente y se escuchaba de todo, sobretodo de personas mayores que realizaban el cambio pertinente de vestimenta ayudadas por una enfermera:

    Mujer Mayor : por teléfono me dijeron que había que venir duchada.
    Enfermera : sí, eso es para que en el quirófano no quede olor a sobaqué.

    Hombre Mayor : hay que ver lo bien que está este hospital, con este suelo tan brillante y todo tan limpio.

    Sin duda me acordé de Doc JB y sus diálogos con los pacientes.


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    Grandes inventos

    Ahora que ha llegado el verano y a la gente le da por irse al campo o la playa, pero que ven mermadas sus posibilidades económicas, surgen inventos creativos para esas situaciones difíciles. Y es que si a alguien le apetece tomarse una pizza recién hecha mientra se bebe una cerveza fría, lo puedo hacer desde su vehículo, en cualquier remoto lugar.


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    340x

    Via Jalopnik.

    Bajo el agua

    Aquella noche caí al agua y el mundo enmudeció. Mis ojos se fueron entornando hasta cerrarse por completo, mi mente se desvaneció aletargada en la inmensidad del océano, en su silenciosa armonía, mientras el agua salada sepultaba mi cuerpo en un abrazo de profunda oscuridad.

    El lastre agarrado a mi cintura me arrastraba lentamente al fondo, pero no me importaba, me hallaba embriagado por la sensación de estar a merced de mi propia suerte sin tener la necesidad de intervenir, sólo me tenía que dejar llevar. Toqué fondo a pocos metros, pero la oscuridad y las turbias aguas parecían evocar el confín del mundo.

    Noté que de mi cabeza brotaba la sangre de una herida. Entreabrí los ojos y allí estaba mi rojizo plasma mezclado como un tinte para toda aquella agua. Y fue entonces cuando algo me arañó bruscamente las piernas, como si algo hubiese querido tirar de mi y lo único que fui capaz de discernir fue una gran sombra agitando violentamente el entorno.

    En un esfuerzo por intentar sobreponerme a la dulzura y el descanso en el que me hallaba, pude discernir a unos metros la figura de una grácil mujer que se desplazaba alrededor de mi rápidamente agitando sus piernas. En una fracción de segundo, ante mi total desconcierto, nuestras miradas se cruzaron y me habló sin mover sus labios, sin que nada me llegase al oído, simplemente entendí a través de su rostro enturbiado por la oscuridad y su largo cabello ondeante.

    Aquel ser que parecía haber estado esperándome allí desde siempre para decirme aquello que sólo mi mente supo escuchar, alargó su brazo hacia mi, tocó con su índice en mi pecho y el lastre que llevaba enredado en mi cintura cayó, levantando una cortina de arena proveniente del fondo tras la cual ella se desvaneció.

    En aquel momento, tras una sacudida de mi cuerpo, empecé a sentir el helor del agua y el galopante corriente sanguíneo que retumbaba en mi cabeza me hizo reaccionar con ímpetu, algo que ayudó a que mi mente se despejara y a que abriera los ojos por completo. La fuerza regresó a mi cuerpo a golpe de adrenalina al igual que mis deseos de salir de aquel lugar, por lo que nadé con todas mis fuerzas hacia la superficie siendo consciente de que posiblemente me ahogase en el intento.

    Pero fui capaz de llegar, de aferrarme a la madera del muelle con mis uñas y asomar la cabeza para coger el aire que tan abundante me pareció en su día. Salí del agua a rastras y aun exhausto me erguí, recogí la tubería con la que había sido golpeado que aun conservaba mi propia sangre. Anduve algunos metros hacia la embarcación que aun no había zarpado y aquel que había sido mi amigo hasta hacia poco se sorprendió de verme allí, de pie, chorreando de agua, con la cara ensangrentada y sosteniendo una tubería de manera desafiante.

    – Te voy a contar una historia, pero no creo que te guste cómo acaba – le dije antes de terminar lo que él había empezado.

    El sustituto

    El lirio que estos últimos meses he estado cuidando se va a tomar unas vacaciones para reponer fuerzas, y es que no tiene un aspecto muy saludable:


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    Me tocará podarlo y esconder su raíz en un recóndito, seco y oscuro lugar (junto con Darth Vader y sus galletas), donde dormitará durante unos meses. Quizás tenga que envolver la raíz en papel de aluminio para protegerla de la cansina conversación de Vader (que si Luke nunca lo llamó papá, que si no subestimes el poder de una galleta con tropezones de chocolate, que si se le queda hecho un asco el casco cuando estornuda…).

    Y para llenar ese hueco en mi vida, Pausem me ha traído un maceto que contiene una aspidistra que presume de crecer abusivamente, llevar bluetooth y necesitar de una toma eléctrica para los casos en los que falle el Sol:


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    Hace tres semanas sólo se veían unos palitos verdes de unos pocos centímetros, así que si extrapolamos un poco, de aquí a unos meses podré usarlo de cortavientos 😀 .

    A quien Windows Vista no pudo destronar

    Con el título de este post a muchos les habrá venido a la cabeza el nombre de su distro favorita, Mac OS X o incluso Windows XP, pero eso es tan obvio que no merece la pena mencionarlo.

    Al que no pudo destronar Windows Vista fue a Panda Antivirus. Da igual que Vista obligase a sus usuarios a comprarse procesadores de 4 núcleos, ingentes cantidades de memoria RAM y discos duros de sobrada capacidad; el antivirus de Panda, en el equipo que fuese, lo hacia retroceder entre 5 y 10 años tecnológicamente. Y eso fue algo que Microsoft no pudo superar.

    Mientras que las ventanas recursivas de Windows Vista te hacían la vida más cansina, Panda Antivirus directamente te quitaban las ganas de vivir trabajar con tu propio ordenador nada más encenderlo. Y es que sabías que, en cuanto el señor osito Panda apareciese al lado del reloj del sistema, el ordenador se convertiría en un cacharro inerte que tardaría largos segundos en permitirte poner el puntero del ratón sobre un archivo comprimido, que escanearía todo el pendrive nada más enchufarlo y que, encima, no haría bien su cometido.

    Porque esa es otra cuestión. A pesar de los recursos que devora, Panda Antivirus lo único que hace es monitorizar los ficheros y procesos del sistema sin hacer gran cosa, pues cuando instalas otro antivirus te encuentra de todo. Así que supongo que Panda analiza el estado de los virus y su correcto funcionamiento, nada más.

    Y es que no me extraña que eligiesen un panda de mascota, porque es grande, lento y no hace más que comer. Así que, si os gustan los osos panda, dejadlos en la naturaleza.


    panda

    Por cierto ¿Firefox no es un panda rojo? 🙄 .

    Las muelas del juicio final – El Anestesista

    Tras varios meses de espera en la larga cola de la seguridad social, mi presencia fue reclamada para hacerme una radiografía de mi brillante sonrisa (que no culo metálico que diría Bender). En tal aventura, la espera en la antesala de las radiografías se alargó durante varias horas, en las que no pude acudir al W.C. porque Murphy decía que sería el momento en el que me llamarían.

    Varios días después tuve cita con el cirujano maxilofacial que, a golpe de vista sobre la radiografía, me dijo que habría que extraer las cuatro muelas del juicio, en tandas de dos para poder proporcionarme un menor padecimiento sobre la mesa de operaciones, pero más duradera agonía en mi recuperación.

    Pasaron unos cuantos días más y me reuní con el anestesista. El tío parecía un cachondo porque nada más entrar en su consulta, ya tenía la sonrisa puesta, una de esas que parece de mármol. Pero, poco a poco, me fui dando cuenta de que era demasiado feliz y, más que una sonrisa de mármol, parecía un sonrisa de fármacos. A penas me preguntó cuatro cosas sobre alergias y medicamentos, nada sobre drogas, afiliaciones políticas y otros malos hábitos.

    Me comentó que el plan de actuación constaría de anestesia local y de sedación en vena que, según sus palabras, me ocasionaría el efecto de unas cervezas tras la operación (no concretó nada sobre el tamaño de las mismas ni de si llevaban cubitos de hielo). Así que, mientras me ofrecía el papel de consentimiento para que lo firmase (envuelto en una aureola de vendedor de coches usados), me dijo que él no se sacaría las muelas del juicio sin anestesia. Es más, yo añadiría que él no se levantaba por las mañanas sin su chute de óxido nitroso.


    anestesista

    Próximamente más capítulos…

    La disyuntiva moral

    En este mundo existe una gran cantidad de personas maléficas que tan sólo se mueven por el placer que les otorga el dinero, sumidas en un profundo materialismo que, sin darse cuenta o dándose, perjudican seriamente a otros individuos. En esta ocasión, he sido yo la persona perjudicada y no puedo hacer otra cosa más que denunciarlo en público para, de alguna forma, hacerme oír.

    El botón de mi pantalón se ha roto, dos veces. Sí, sé que alguno se echará las manos a la cabeza mientras corre en círculos y otros preferirán reírse y poner en entredicho mi cintura atlética xD, pero eso me ha hecho recapacitar sobre cómo se ha podido llegar a tal situación.

    Parece ser que dicho botón no tiene la densidad necesaria y tiene un problema de flexibilidad que lo hace demasiado rígido y, por tanto, frágil a la torsión. Todo ello me lleva a pensar que fue fruto de una reducción de presupuesto para hacer los botones más baratos de la forma más rápida: reducción del plástico empleado en su elaboración.

    Pero tal fue la osadía del fabricante de pantalones que, cegado por la avaricia y el olor del dinero, no fue capaz de invertir ni un céntimo en un ingeniero de botones que le asesorase. Dicho ingeniero se habría percatado en el acto del fallo de diseño que hacía, de los botones, el punto más endeble del pantalón.

    Las soluciones al problema pueden reducirse a flexibilizar el material del botón y, si no se pudiese hacer sin incrementar el costo del mismo, hacer el agujero del botón más holgado y amplio.

    Pero no, el fabricante prefirió ahogarse en su mar de dinero mientras sus pobres compradores se preguntaban si la presión de su cintura debilitaba los botones hasta hacerlos crujir.

    Así que, a veces, ante la posibilidad de hacer las cosas bien o ganar todavía más dinero, ponga en su vida a un ingeniero que le asesore y, por si acaso, a un abogado xD .


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