Este año volví a acudir a Campus Party donde, por una semana, se concentran un gran número de personas con sus ordenadores. Es la cuarta vez consecutiva que acudo y la última.
Han mejorado algunas cosas con respecto al año pasado pero hay otras que han caído en picado (número de personas, contenidos, etc.) o que simplemente no puede controlar la organización (el civismo de las personas).
Siempre acudo con la idea de poder desenchufar de la vida cotidiana, ir a mi rollo y poder estar tranquilamente haciendo lo que quiero con el ordenador, pero es imposible llevarlo a cabo, sobretodo la última parte.
En los últimos años la Campus se ha ido llenando de gente que se dedica a gritar de forma reiterada (al borde del colapso cardíaco), utilizar megáfonos o hasta vuvuzuelas de tal forma que te es imposible escuchar una simple película.
Si a esto último se le suman unas cuantas cosas más como el que la gente arme alboroto en la zona de acampada, exclusiva para dormir, pues terminas la semana con los nervios destrozados.
Así que ahí se quedan.
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