Siempre quise tener un gato, un animal silencioso, curioso y al que le enseñaría a atacar con las garras, pero mi madre siempre dijo que ya tenía suficientes animales en casa como para tener otro (aunque este fuese más limpio y menos toca-narices). Han pasado los años y mi hermana mayor parece que quiere traer a la familia un sustituto a ese gato que nunca tuve. En efecto, se trata de Champi.
Ya os conté que el pequeño engendro me estaba haciendo la vida un poco más difícil de lo habitual, aun habiendo cientos de kilómetros entre nosotros, y que empezaba a sumar papeletas para la tómbola de las tortas (acontecimiento que se celebra cada cierto tiempo indeterminado). Pero este fin de semana, mi hermana mayor lo trajo de visita (por ahora no se puede desprender de él, muy a su pesar, porque está dentro de ella) y mi opinión cambió tras un pequeño acontecimiento.
Os podéis hacer un idea de que el juego del fin de semana era poner la mano sobre el abultado vientre de mi hermana mayor y sentir cómo el pequeñajo sacaba un pie o arrastraba su trasero tras una sesión de comer turrón de chocolate.
El momento que lo cambió todo fue cuando mi hermana pequeña puso su oído en la barriga para ver si podía escuchar las maldades que, con total probabilidad, estaría soltando. Pero Champiñón, lo único que soltó fue una patada directa a la cara, que ni el mismísimo Chuck Norris. No sabemos todavía si fue un acto reflejo para evitar ser devorado por mi hermana pequeña, pero a partir de ahí empezó a caerme bien y a pensar que ya tenía un aliado maligno en la familia y encima, no tendría que enseñarle a atacar porque lo traía de serie.
Pero esta mañana me la a vuelto a jugar, me ha vuelto a tirar el vaso de leche haciendo uso de la telequinesis intrauterina y esta vez me ha manchado el pantalón, con la consiguiente pérdida de tiempo y poder nutricional para pasar el día. Parece ser que antes de salir al mundo exterior está marcando su territorio.
Así que me quedan 9 semanas, antes de que salga y sea demasiado tarde, para planificar un contraataque que le deje claro que él es el nuevo y que, por muy maligno que sea, debe respetar el orden generacional. Se aceptan sugerencias.
PD: sigo prefiriendo el gato.
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