Tras la época de exámenes llegó la época de las revisiones de los mismos. Aquellos exámenes que se han quedado cerca del aprobado, los que has suspendido estrepitosamente o los que has aprobado de forma holgada, todos te esperan, impacientes por volver a ver a su creador, que bajo los efectos del insomnio y las pastillitas azules de matrix dieron a luz.
Pues el otro día fue uno de esos en los que madrugas, llegas pronto a la revisión y acabas comprobando la falta de puntualidad de los profesores cuando no son ellos los que esperan. Haces una cola estúpida de más de una hora para llegar hasta el profesor que debe corregirte la pregunta que puede salvarte del foso de los suspendidos, mientras escuchas el resultado frustrado obtenido por aquellos que ya han intentado llorar.
Al grano. 4 preguntas, 4 profesores re-corrige cada una de ellas. El primero parece el más asequible de hacerte subir la nota (justo la pregunta que quería que me corrigiese), el segundo no hace más que despachar a la gente con comentarios del tipo «¡Pero qué has escrito aquí!», el tercero no tiene mucho trabajo porque la gente pasa de ese ejercicio y el cuarto prácticamente te baja la nota.
Me toca el turno. Me siento al lado del profesor y se asombra que me hubiese puesto un cero en la pregunta: «¿Un cero? Pues sí que lo has debido hacer mal». Busca mi examen, lo encuentra, lo mira y dice : «Ah, es que la primera parte del ejercicio quitaba nota si no la hacias. Ves, la segunda parte está bien pero la primera le quita la puntuación.». Yo me pregunté qué pasaba si hubiese puesto algo, aunque estuviese mal, quizás esa parte me la hubiese dejado en un 0 en vez de en un -0.5.
Al final, entre unas cosas que no me había corregido (porque mi respuesta no se adaptaba a la solución estándar y le costaba ponerse a pensar qué había hecho) y otras me sube 0.3 puntos dejándome con un 4.996. Le pregunto sobre ese 0.004 y me dice que dejará el examen entre los dudosos de aprobar, que después de la corrección se reunirían los profesores para decidir qué hacían con ellos.
Me hizo esperar unos 45 minutos y al final de su reunión me dijo que tenía un 5. No salté de alegría porque no había visto la nota en ningún acta cerrada y recomprobada (que fiate tú…), pero con ello había superado dos asignaturas más que ya llevaba aprobadas y que dependían de esta.
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