Hay cosas con las que no se debe jugar, una de ellas la comida como decía mi madre. Sin embargo, juguetear con el fuego, en sentido figurado, a veces puede resultar tremendamente seductor y eso es lo que ha provocado un contratiempo en mi vida.
Resulta que mi hermana mayor se ha quedado sin niñera para Champi y está intentando hacerse con alguna que cumpla con los requisitos. Durante ese proceso le ha pedido a mi hermana pequeña que vaya a cubrir la plaza hasta que encuentre a alguien. Esto puede durar, entre pitos y flautas y más pitos, un mes.
Si os preguntáis qué narices pinto yo ahí para que ande hablando de jugar con fuego, aquí os dejo una evidencia de mi hacer:
Esa es una de tantas fotos que le mandábamos a mi hermana mayor poniéndole los dientes largos. Su respuesta fue clara: reclutar a mi hermana pequeña (la artífice de la mayor parte de las delicias que salen de la cocina) tanto tiempo como pueda y alentarla a usar la Thermomix que posee. Es algo así como secuestrar a los científicos del lado contrario y ofrecerles tecnología novedosa para sus proyectos en tiempos de guerra.
Menos mal que mi madre puede suplir esta carencia estratégica formidablemente:
Así que, no os preocupéis de mi alimentación, podré sobrevivir un mes. Eso sí, no voy a tener con quién meterme cuando llegue a casa.
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