Recuerdo cuando hace algún tiempo se me metió la idea en la cabeza de hacer funcionar un RAID 5 en mi equipo. Quería poder disponer de mucho espacio en una única partición, alcanzar mayor velocidad y poder hacerle frente al fallo de un disco duro. Para ello reuní 3 discos duros (2 Maxtor’s de 250GB y un Seagate de 320GB).
Así que al final, entre otras cosas, acabé con una partición de 444GB destinada específicamente para mis datos. Contaba con una transferencia de más de 140MB/seg y la posibilidad de que fallase un disco duro sin que repercutiese en mis datos.
Pero algo ocurrió. Un día el equipo se colgó y ya no volvió a arrancar el S.O.. Tras varios intentos de hacerlo resucitar pude comprobar que los datos de los discos duros se habían corrompido. Pude imaginar que algún disco habría fallado de manera que propagase esa información errónea a los otros dos discos. Menuda mierda de RAID 5 pensé.
Tras semana y media, una vez que había vuelto a poner todo en condiciones, volvió a ocurrir exactamente lo mismo. Me acerqué a la torre y escuché un extraño ruido en uno de los discos. Tras media hora intentando averiguar el disco al que pertenecía ese sonido me percaté de que el fallo se encontraba en el conector que va desde la fuente de alimentación a dos de los disco duros. Hacía un mal contacto que conectaba y desconectaba las unidades de manera intermitente.
Así que me encuentro con unos 400GB de datos perdidos, una fuente de alimentación fuera de garantía que me costó 50€ para tirar y la imperiosa necesidad de comprar algo donde hacer copias de seguridad todas las noches.
A pesar de todo, el RAID 5 aguantó de forma razonable el fallo de dos discos…
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