El otro día pasé por el pasillo de mi casa y me percaté que allí colgados estaban tres cuadros que había pintado mi abuelo paterno. Paso por ahí todos los días y la decoración viene a pasar desapercibida cada vez más.
La cuestión es que llevaba la cámara de fotos en mano y aproveché para sacarle a los cuadros una foto. Pero claro, entre la poca iluminación del pasillo y el cristal que cubre el cuadro las fotos no salieron muy bien.
Las pinturas están hechas al óleo, como la mayoría que hizo. Se puede apreciar el relieve de cada trazo en cada color, algo que no ha podido recoger la fotografía.
Me acuerdo de una especialmente porque fui a verlo cuando aun la estaba pintando y me dijo que, para verla correctamente, me tenía que situar a unos pasos de distancia (es una de mis favoritas):
Mi abuelo murió pronto, no me vio ni llegar al instituto, pero recuerdo varias cosas. Recuerdo que por las mañanas me traía un bocadillo de jamón york para almorzar en el colegio (ahora el bocadillo me lo tomo por la noche), que muchas veces me llevaba él mismo allí en su 600 (me acuerdo del día que revolucionó el motor para calentar el interior y sonaba bien ^^) y que conservaba parte del niño que supongo que un día fue.
Una de las historias que me cuenta mi madre es que, para que ella pudiese comer tranquila, tras previamente haberme dado a mi de comer, muchas veces mi abuelo me dejaba a manos del volante de su Citroën GS en el que pasaba un rato pilotando 🙂 .
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