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La disyuntiva moral

En este mundo existe una gran cantidad de personas maléficas que tan sólo se mueven por el placer que les otorga el dinero, sumidas en un profundo materialismo que, sin darse cuenta o dándose, perjudican seriamente a otros individuos. En esta ocasión, he sido yo la persona perjudicada y no puedo hacer otra cosa más que denunciarlo en público para, de alguna forma, hacerme oír.

El botón de mi pantalón se ha roto, dos veces. Sí, sé que alguno se echará las manos a la cabeza mientras corre en círculos y otros preferirán reírse y poner en entredicho mi cintura atlética xD, pero eso me ha hecho recapacitar sobre cómo se ha podido llegar a tal situación.

Parece ser que dicho botón no tiene la densidad necesaria y tiene un problema de flexibilidad que lo hace demasiado rígido y, por tanto, frágil a la torsión. Todo ello me lleva a pensar que fue fruto de una reducción de presupuesto para hacer los botones más baratos de la forma más rápida: reducción del plástico empleado en su elaboración.

Pero tal fue la osadía del fabricante de pantalones que, cegado por la avaricia y el olor del dinero, no fue capaz de invertir ni un céntimo en un ingeniero de botones que le asesorase. Dicho ingeniero se habría percatado en el acto del fallo de diseño que hacía, de los botones, el punto más endeble del pantalón.

Las soluciones al problema pueden reducirse a flexibilizar el material del botón y, si no se pudiese hacer sin incrementar el costo del mismo, hacer el agujero del botón más holgado y amplio.

Pero no, el fabricante prefirió ahogarse en su mar de dinero mientras sus pobres compradores se preguntaban si la presión de su cintura debilitaba los botones hasta hacerlos crujir.

Así que, a veces, ante la posibilidad de hacer las cosas bien o ganar todavía más dinero, ponga en su vida a un ingeniero que le asesore y, por si acaso, a un abogado xD .


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