niños

Viaje hecho

Este finde pasado fui a ver a Champi, como ya os comenté. El viaje, en tren finalmente, fue largo y cansino, con una cutre película que vimos empezar como 4 ó 5 veces (creíamos que nunca iba a terminar de empezar). Para colmo yo me llevé una película en el teléfono móvil que resultó ser una cutrez también, así que no hubo suerte de ver algo en condiciones. La próxima vez me llevaré el portátil, que debajo del asiento me percaté de la existencia de una toma eléctrica. Podría haberme dedicado a dormir, pero parece ser que, cuando es de noche, no consigo conciliar el sueño en transportes públicos.

Sin embargo, la vuelta fue ligeramente diferente. Aunque pusieron la misma película, al menos era de día y pude ver las cosas pasar, dormir un rato, escuchar música del iPod, decirle a mi hermana pequeña cada dos por tres a qué velocidad iba el tren y disfrutar de los golpes y berridos de los niños que estaban sentados justo detrás de mi.

De Champi puedo decir que se comportó como todo un campeón. Nos dejó dormir sin problemas la noche del viernes-sábado, dejó a su madre desayunar y comer tranquilamente y jugó con sus tíos al juego de «ignora a este par de tontos y haz como que miras algo detrás de ellos».

Claro que eso duró hasta el cambio de pañal de la tarde, a partir de ese momento le dio por llorar (parecía la sirena del ECTO-1 de los Cazafantasmas) y soltar alguna que otra embestida con la cabeza. En brazos se calmaba un poco, pero tampoco mucho. Así que lo escuchamos a lo largo de la noche del sábado-domingo.

Al menos su madre estaba contenta de que Champi no la dejase por mentirosa, pues ella afirmaba que su personalidad cotidiana era la de no dejarla descansar. A mi no me extraña porque le hice exactamente lo mismo a mi madre jiji.



Queridos fabricantes

El otro día me trajeron un portátil de marca Acer con una contraseña en la BIOS cuyo dueño desconocía (es lo que pasa cuando le dejas el portátil a los niños). Solucionarlo era fácil: se saca la batería, se desmonta lo que haga falta para encontrar la pila conectada a la placa y se quita durante algunos minutos; eso devuelve el portátil a la configuración por defecto, sin contraseña alguna en la BIOS.

Ha habido veces que la pila estaba escondida de forma tan rebuscada que se necesitaba desmontar el portátil entero y es un peligro, porque los tornillos (que no son pocos) tienden a desaparecer o incluso a sobrar.

De todas formas, es de todos bien sabido que los fabricantes velan por los intereses de sus futuros compradores de manera exhaustiva (véase abrefácil o los electrodomésticos). Por eso los de Acer, en un alarde de majestuosa capacidad de compresión de las intenciones del futuro cliente, dejaron la pila visible con tan sólo quitar una tapa (que costó lo suyo por su forma de «L»), pero esta pila estaba soldada a la placa, sin manera de poderla quitar que no fuese con un soldador.

No sé en qué puede ayudar que esté soldada. En los portátiles de verdad viene con su cable fácil de quitar o un sistema que con un poco de presión sale. Así que me tocó sacar el soldador e intentar no tocar la circuitería cercana para desoldar uno de los puntos de conexión.


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(la pila es la cosa con borde azul)

El portátil sobrevivió a la resoldadura y la contraseña desapareció.

PD: se me ha caído ya el punto de la muela de abajo 😀 y no me lo he comido xD