El hecho de ir a ver a Champi y desplazarse unos cuantos cientos de kilómetros es inevitable. Mi hermana pequeña me acompañará en esa tremenda aventura que en un principio, podría transcurrir a bordo de un avión o un tren. La compra de los billetes es algo que han dejado en mis manos, pero mi hermana pequeña me recomendó que fuese mirando brazos de repuesto si íbamos a ir en avión.
Parece ser que a mi hermana eso de los aviones no le va mucho, no le debe gustar la idea de verse a tropecientos kilómetros del suelo y escuchando el incesante sonido de los motores por si alguno se para. Para mi, sin embargo, es lo más próximo que voy a estar de probar el equivalente a la aceleración de un Bugatti Veyron, así que me resulta algo atractiva la experiencia.
Y ahora, con el regreso de Lost, aun lo tengo todavía más difícil para elegir el avión. Quizás, si hubiesen inventado brazos biónicos con bluetooth no me sería tan difícil dejar a mi hermana que retorciese el mío en el despegue y aterrizaje.
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